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shortBrandyMelville por encargo del rey Carlos IV, Francisco de Goya retrató a la casa del monarca. El resultado fue la obra
La familia de Carlos IV, uno de los trabajos más icónicos del artista, ideado con una “evidente intencionalidad dinástica”. Antes, preparó los retratos por separado de todos los miembros. Fernando VII, la reina María Luisa, el infante Carlos María de Isidro o el
infante Francisco de Paula, el hijo más pequeño de los reyes, quien entonces tenía 6 años. El pintor lo retrató como un pequeño, pálido, agarrado a las faldas de su madre y con la banda y la cruz de la orden de Carlos III. “A Goya se le da especialmente bien el retrato de los niños. Este en concreto es muy aproximado y real, de hecho, la reina María Luisa quedó muy contenta con el trabajo”, explica
Ángel Aterido, doctor y profesor de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y señala: “
Nadie se imaginaba lo que después representaría ese niño”.,El infante que Goya plasmó con especial cuidado en el lienzo, tenía 14 años en 1808, cuando el pueblo de Madrid se levantó contra los franceses. “Aunque todos lo recordamos como en el cuadro, en el levantamiento ya era lo que hoy diríamos adolescente. Y no tenía nada que ver con el pequeño”, recuerda Aterido. Sin embargo, en el imaginario colectivo se mantiene la imagen del niño asomado al balcón que propició el inicio del levantamiento. “El del infante es el retrato más acabado de la serie de la familia de Carlos IV”, explica Marcos Narro, investigador del departamento de Historia del Arte de la UCM. Todas las obras de esta colección, expuestas hoy en el Museo del Prado, eran simplemente bocetos que después se plasmarían juntas en
La familia de Carlos IV, por eso todas tienen unas sombras rojizas que el autor utilizaba como base para dar calidez a los retratos. “Son las distintas piezas de un puzzle”, explica Aterido.,El 2 de mayo de 1808, después de meses de conflictos diarios entre franceses y españoles en tabernas y calles, en Madrid comenzó a extenderse un clima de máxima tensión. El ejército de Napoleón había entrado en España meses antes bajo el pretexto de invadir Portugal. “La gente se preguntaba qué hacían allí durante tanto tiempo las tropas francesas. Tener a un ejército en tu ciudad, aunque sea amigo, levantó muchas sospechas”, explica
Raquel Sánchez, Catedrática por la UCM especializada en el siglo XIX.,En las primeras horas de la mañana del día 2, por las zonas aledañas al Palacio Real, circulaban decenas de ciudadanos inquietos. La salida de un primer carruaje en el que iba la hermana de Fernando VII, ya coronado como rey de España tras el motín de Aranjuez dos meses antes, generó mucha
inquietud entre el pueblo, favorecida por algunos instigadores fernandinos. La gota que colmó el vaso fue la posterior
salida del infante Francisco de Paula, el hermano más pequeño del monarca. “Al ver a aquel niño salir, personajes como Blas Molina comenzaron a gritar por las calles: ‘¡
Se llevan a la familia real!’, o ‘¡defendamos a la familia real”, señala Sánchez y apunta: “La idea es clara:
han secuestrado a la familia real. Con los medios de información de la época, la gente se lo creyó. Y así comenzó el estallido popular”.,La información corrió por la Villa hasta llegar a los barrios bajos, como Lavapiés o Maravillas, la actual Malasaña. “La gente se reunió en la Puerta del Sol y es aquí donde
empezó la masacre. Los españoles eran muy inferiores y a medio día los franceses ya tenían controlada la zona”, apunta Sánchez. Aunque no haya precisión sobre si Francisco de Goya vio con sus propios ojos esa batalla en Sol o no, la realidad es que el primer pintor de la cámara estuvo esa jornada en Madrid y firmó una serie de cuadros que hoy constituyen la imagen que cualquier madrileño tiene de ese acontecimiento histórico, aunque no sean cien por cien fidedignas. “Goya
presenció escenarios de violencia, pero puede ser que también le contará la gente qué había visto. Como pasa hoy en día, bebió de distintas fuentes para retratar las escenas más importantes del levantamiento”, señala Ángel Aterido.,En su obra
El 2 de mayo en Madrid o
La carga de los mamelucos, el pintor plasmó la violencia vivida en la Puerta del Sol. “Realmente Goya no pinta ningún detalle que demuestre que es la propia Puerta del Sol. A él le interesaba
la acción terrible de las batallas, pero no le da importancia a los accesorios”, sostiene Aterido. De hecho, el experto señala la relevancia de que en sus obras no aparecieran ni Napoleón ni el rey Fernando VII. “Le importaba plasmar
la lucha del pueblo”, puntualiza.,“Hay un parte de imaginación y una parte de verdad”, explica Marcos Narro. Algunos detalles como el uniforme de los mamelucos -pantalones rojos y cuerpo azul- dan muestra de que el autor es fiel a la realidad, aunque también hay una perspectiva más dramática que “responde a la intención primera de Goya de querer reflejar la
violencia de los dos bandos”, explica la Fundación Francisco de Goya.,Las noticias comenzaron a correr esa misma mañana por los arrabales de Madrid y el comportamiento de los madrileños viró hacia “
el ataque a cualquier francés que uno se encontrase por la calle”, señala Raquel Sánchez. Los militares españoles habían acordado un
pacto de no agresióny dudaron entonces sobre si armar o no a la gente. “Con la reciente revolución francesa (1789) había un miedo presente en el Ejército sobre si dar armas o no al pueblo”, explica la historiadora. Finalmente, los soldados españoles decidieron brindar de armas a los ciudadanos en el
cuartel de Monteleón, ubicado en la actual plaza del Dos de Mayo. “En ese momento, los madrileños no se levantaron por la libertad ni tiene nada que ver con aspiraciones constitucionales.
Se levantaron por defender a su tierra y a sus reyes”, incide Raquel Sánchez.,Ya por la noche los franceses
persiguieron, arrestaron y condenaron a muertea los presuntos sublevados españoles. De madrugada se ejecutó a cientos de españoles en distintos puntos de la ciudad: Recoletos, la puerta del Sol, la Moncloa, el paseo del Prado, la puerta de Alcalá o Príncipe Pío. Este último fue el escenario que inspiró a Goya para
completar el díptico sobre el levantamiento. En su obra
El 3 de mayo en Madrid o Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, Goya centra la atención de una forma muy realista en los condenados que esperaban a ser fusilados con los ya fallecidos a sus pies.,Como ocurre con su cuadro compañero, los expertos supusieron que “ese lugar podía ser la llamada montaña del Príncipe Pío, pero algunos documentos de la época demuestran que allí no había una puerta como la representada por Goya al fondo”, explica la Fundación Francisco de Goya. Más allá del díptico pintado en óleo sobre lienzo, el pintor aragonés recogió memorias de la guerra de la Independencia en otros formatos. En
Los desastres de la guerra, una serie de 82 grabados, se muestran episodios
especialmente crudos. “Son tan tremendos que en ese momento ni siquiera se comercializan”, explica Ángel Aterido.,Muchas personas salieron durante aquellas dos jornadas de la capital y llegaron en poco tiempo a localidades cercanas como Móstoles. Allí, los dos alcaldes firmaron un bando que se difundió poco a poco por todo el país.
Los franceses no eran aliados. “Estos episodios influyeron en los años posteriores en la sociedad: por un lado, afloró un temor del propio pueblo al ver a sus vecinos armados, mientras que mayoritariamente se respiraba un sentimiento de orgullo por la lucha de un pueblo”, zanja Raquel Sánchez.
Moda Joven Brandy Francisco de Paula, el infante con el que comenzó el Dos de Mayo: "Nadie imaginó lo que significaría ese niño"
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